Aprender a perder es una habilidad valiosa que a menudo no se enseña en la sociedad. Vivimos en un mundo que valora el éxito constante y la acumulación de poder y posesiones. Sin embargo, esta mentalidad no siempre conduce a la felicidad. Reconocer la “pérdida” y aceptarla es un signo de inteligencia y sabiduría.
La esperanza puede ser un arma de doble filo. Si bien puede mantenernos en pie en momentos difíciles, también puede generar ansiedad y la sensación de que siempre falta algo. La mujer sabia no espera nada, no porque lo tenga todo, sino porque no teme perder nada, la mujer sabia necesita poco y, por lo tanto, no espera ni desespera.
Aprender a perder también implica saber cuándo es necesario renunciar y cuándo es apropiado perseverar. Es una cuestión de discernimiento y prudencia. La felicidad no es la búsqueda interminable del placer, sino aprender a disfrutar de lo que tenemos y hacemos en el presente.
Aprender a perder aumenta nuestra capacidad de aceptar la frustración, necesario para fortalecer nuestra Confianza Inquebrantable, especialmente si somos conscientes que nunca perdemos, puesto que siempre ganamos aprendizaje.
La invitación y la consciencia está en aprender a soltar y seguir adelante, en lugar de aferrarnos a lo que ya no está o no podemos tener. La modestia y la humildad nos ayudan a eso y a reconocer nuestras propias limitaciones.
En última instancia, aprender a perder es una invitación a vivir en el presente, a aceptar la incertidumbre de la vida y a ser conscientes de que estamos en constante proceso, sin llegar nunca a un estado definitivo. Es un viaje de autoconocimiento y autotrascendencia.
¿Cómo te puedes dar cuenta si NO SABES PERDER?
No reconoces o minimizas la pérdida, actuando como si nada hubiera sucedido o como si todo estuviera bien. Reaccionas ante la pérdida con enojo desproporcionado, culpas a otros o a las circunstancias, o expresas una intensa frustración. Desarrollas una rivalidad excesiva con otros, especialmente en situaciones competitivas, y sientes que siempre se debe ganar a toda costa. Sientes un miedo paralizante a intentar algo nuevamente después de experimentar una derrota o fracaso. Experimentas una disminución significativa en la autoestima o la autoconfianza después de una pérdida, vinculando tu valía personal de manera excesiva a los resultados. Sientes una profunda tristeza, desesperanza o desánimo después de una pérdida, lo que puede llevar a la depresión. Sientes un fuerte deseo de venganza contra aquellos a quienes percibes como responsables de la pérdida. Evitas situaciones en las que puedas experimentar una pérdida, lo que puede limitar las oportunidades de crecimiento y desarrollo personal. Baja tolerancia a la frustración. Sientes la necesidad de controlar todos los aspectos de tu vida. Te exiges para lograr éxito absoluto en todo, sin aceptar ninguna imperfección o error.
Toma en cuenta que la dificultad para aceptar la derrota o la pérdida puede traerte varias consecuencias “negativas” y puede impactar significativamente en tu autoconfianza, ya que, por ejemplo: si te sientes derrotada repetidamente o tienes miedo de enfrentar la derrota, comienzas a dudar de tus propias habilidades y capacidades, le temes al fracaso y por consiguiente, evitas nuevos desafíos y oportunidades. O para evitar la derrota, te autoimpones estándares extremadamente altos y perfeccionistas, lo que puede generarte una gran presión sobre tí misma y desencadenar ansiedad, sentimientos de tristeza y desesperanza (incluso depresión). Puedes sentir que no importa lo que hagas, siempre enfrentarás obstáculos insuperables; volverte más competitiva o irritable, lo que puede alejar a amigos, familiares y colegas. Y claramete, afecta tu resiliencia, tu capacidad de recuperarte de las adversidades y aprender de las experiencias difíciles.
Por ello es súper importante trabajar en el desarrollo de tus habilidades de afrontamiento (lo que estas aprendiendo y seguirás aprendiendo en el Programa CIE, como: reconocer tus emociones y aceptarlas, cuidar de ti misma, aprender a comunicarte con asertividad y poner limites, entre otros, que irás conociendo y asimilando), la resiliencia y la mentalidad de crecimiento (o aprendizaje).
SEIS PASOS PARA REHACERSE DEL FRACASO
russ Harris
1.Desengancharse de los pensamientos inútiles.
Dar cabida a los sentimientos dolorosos.
3.Ser amable contigo mismo en palabras y gestos.
4.Valorar lo que ha funcionado y apreciar cualquier mejora.
5.Descubrir algo útil que te ayude a aprender o a crecer.
6.Adopta la actitud de obrar de acuerdo con tus valores.
Y ahora ya tenemos otra regla para el juego de la confianza:
Regla: El fracaso duele. Pero si estamos dispuestos a aprender de él,
puede ser un maestro maravilloso.
Para Risso, No hay certezas existenciales, no las puede haber sin autoengaño. Por eso hay que habitar la incertidumbre y eliminar la ilusión de control que pregona la cultura.Vivir la incertidumbre sanamente es aceptar el juego de lo imprevisible, de ser proceso y no estado. Es bajar la cabeza y guardarse el ego en el bolsillo. Me pregunto: ¿y si nuestro paso por la vida fuera tan sólo construir por construir, hacer por hacer? Levantar edificios, para después destruirlos y nuevamente construirlos, como afirmaba Dostoyevski. ¿Sería muy descabellado pensar que el verdadero sentido de la vida está precisamente en que nunca terminamos la tarea?.
Te recomiendo esta entrevista, para finalizar esta lección: