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Postulados Una Nueva Humanidad del libro “Ven danza con la prosperidad”

La Autoestima es Amor Propio. Es un menso amor, auténtico, hermoso y positivo. Es estar a gusto consigo mismo aún en los momentos más difíciles, tristes, confusos y oscuros. Es sentirse digno de ser amado.

La forma cómo nos sentimos con nosotros mismos tiene definitiva influencia en todos los aspectos de nuestra vida. Está ligada a la manera como nos relacionamos con el mundo. Afecta el trabajo, la relación con los seres queridos, amigos, conocidos y desconocidos. Influye sobre el amor, el sexo, la salud y nuestra manera de avanzar por la vida.

Quiénes somos y que pensamos que somos, es algo tan importante que de ello depende triunfar o fracasar en la vida. Las respuestas que damos a los diversos acontecimientos que se presentan en el diario vivir dependen de la imagen que tenemos de sí. Esta visión íntima hace que la vida sea un drama o una aventura sorprendente, dependiendo de la manera positiva o negativa como se asuma.

Tener alta autoestima es sentirse valioso, confiado, apto para vivir, mientras que tener una autoestima baja lleva a sentirnos incapaces e inútiles. También puede pasar que una persona fluctúe entre las dos, que algunas veces se sienta capaz y valiosa, y en otras incapaz y sin valor alguno; el desarrollo espiritual poco a poco irá fortaleciendo nuestra valía personal porque es algo inherente a nuestra naturaleza interior.

La autoestima es quererse a sí mismo y querer a los demás.

Significa saber que eres valioso, digno y capaz, y poder proclamarlo firme y espontáneamente; implica respetarte y respetar a los otros, al mundo que te rodea y a todos los seres vivos que habitan en él, proyectando en los demás una imagen de seguridad y confianza que los impulse inconscientemente a tratarte igualmente con respeto.

La autoestima es el sentimiento valorativo de nuestro ser, de nuestras conductas, del conjunto de rasgos que definen nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestro espíritu; también determina los atributos más auténticos, provechosos y representativos de la conciencia, que se materializan por medio de la personalidad.

El grado de autoestima es responsable de los fracasos y éxitos que un individuo puede tener; una autoestima adecuada brinda un concepto positivo de sí, potencia la capacidad de las personas para desarrollar sus talentos y aumentar su nivel de seguridad, mientras que una autoestima baja conduce al desastre y la derrota.

La autoestima nos entrega la facultad de hacernos cargo de nosotros, de nuestras emociones y sentimientos, es necesariamente una decisión personal y una determinación que en la mayoría de los casos no encajan con los parámetros culturales establecidos.

Los problemas y dificultades, en realidad, son iguales para todos; los conflictos, las enfermedades, los aprietos económicos, la vejez, la muerte, los desastres naturales, los accidentes, son parte de lo que significa vivir la vida; la diferencia radica en una respuesta individual, de lo que cada quien elija según su visión personal de los acontecimientos, de acuerdo con su nivel de autovaloración.

La capacidad de disfrutar la vida está completamente ligada a la actitud y la disposición de hacernos cargo de nosotros, e implica un proceso mental nuevo que puede resultar difícil porque muchas fuerzas de nuestra sociedad se confabulan contra la responsabilidad individual.

La gente que realmente se ama no se preocupa por su propia felicidad, sino que la da por sentado, la siente como parte inseparable y natural de su condición humana. No necesita que otros le inyecten felicidad, no espera que nadie le haga feliz, sabe que lo es y que puede compartir con otro su propia felicidad.

La confianza es el pilar donde se sustenta la autorrealización. Una persona autorrealizada se guía de acuerdo con sus criterios, siente cada momento de la vida como una elección personal y libre, descartando la idea de culpar a otros de sus faltas, menos aún de las catástrofes que ocurren en el mundo, y elude depender de alguien en lo referente a su autovalía personal o a su identidad.

El inicio de la autoconfianza radica en la autoaceptación sin condiciones ni restricciones. Cualquier aspecto personal que rechacemos ya sea físico, intelectual, mental o de cualquier otra índole, genera malestar interno. La mente es una especie de secretario interno que tiene la facultad de obrar a nuestro favor o en contra, según las instrucciones que le demos.

Si constantemente está recibiendo indicaciones de rechazo y mensajes negativos como: No me gusta tu cuerpo, No me gusta tu comportamiento, No me gusta cómo piensas, No eres capaz, No sabes hacerlo, Vas a hacer el ridículo, Se van a burlar de ti, Eres un inútil, Ni se te ocurra, ¡cómo soy de bruta!, ¡mejor cállate!, No lo intentes….

Eso significa que tenemos un secretario enemigo y, para colmo de males, está adentro de nosotros. Ni siquiera alcanzamos a imaginar el daño tan grande que puede causarnos. Este secretario está destruyendo toda posibilidad de confianza en nosotros mismos.

¿Una persona que no confía en sí misma qué tan confiable puede ser para los demás?

Muy poco, pues los niveles bajos de autoestima no son confiables.

Hay que trascender las ideas equivocadas y comprender que somos creaciones perfectas de Dios y poseemos todas las virtudes, los valores y los dones que se originan en la creación divina.

No existe una sola persona que no tenga un profundo valor, lo que existen son personas que han creado nubes de ignorancia, oscuras e impenetrables, en su mente.

Este planteamiento nos lleva a darnos cuenta de lo grave que puede ser el problema de la autoestima. Nos limita consigo mismos y ante los demás.

Debemos sentirnos en todo momento seres humanos llenos de valores, de principios y cualidades; no importa que no sepamos usarlos, pero nos proponemos aprender cómo hacerlo.

Como ya vimos una de las características del ignorante es la de que no tiene la capacidad de ser feliz.

Analicemos más detenidamente esta condición de la mente humana.

La persona que no sabe ser feliz por sí misma es un peligro para los demás. Porque al no confiar en ella le queda imposible ser feliz por sí sola y pretende que los demás le den eso que cree que no tiene, trata de exigirles que la hagan feliz y acrecienta su error cuando busca la felicidad afuera, no solamente en los otros, sino también en los bienes materiales, en el prestigio, la fama, el poder o en la acumulación de dinero, sin darse cuenta de que es una búsqueda fallida, nunca logrará resultados satisfactorios porque allí no se encuentra la felicidad; adicional a ello, su incapacidad de ser feliz la torna agresiva.

Esta persona se convierte en un serio peligro para quienes la rodean al exigir que los comportamientos ajenos adapten a sus creencias y necesidades se vuelve violenta, genera el rechazo de los demás hacia ella y aún el autorrechazo, conduciéndola a adoptar los comportamientos típicos de la persona ignorante, desde luego incapaz de ser feliz.

Por lo tanto, una convicción tan equivocada convierte la vida en un gran conflicto, en un campo de batalla, en una búsqueda que jamás dará resultado, pues nunca nadie podrá encontrar a alguien que le haga feliz.

La felicidad es una condición interna del ser humano, donde por medio de la comprensión se llega al estado del cero sufrimiento; es el resultado de una ecuación de amor, paz, claridad mental, sencillez y receptividad; es el altar de las cualidades intrínsecas humanas que fortalecen la confianza y la elevan a la máxima expresión de amor.

Hay que tener mucho cuidado con las creencias culturales relacionadas al ego, porque cuando no las entendemos claramente se confunden los valores y la autoestima. Hay personas que creen que no pueden tener autoestima porque eso es ego, siendo está una errada interpretación.